La felicidad de los Ospina era excesiva: casa nueva y un nuevo integrante en la familia.
La felicidad de los Ospina era abundante: varias deudas pero vida cómoda.
La felicidad de los Ospina era moderada: bebé con necesidades y problemas maritales.
La felicidad de los Ospina era regular: comportamientos irregulares en su pequeño, hogar roto.
La felicidad de los Ospina se flaqueó: moretones en las piernas y gusanos en la comida.
La felicidad de los Ospina se pudrió: problemas judiciales, coprofagia, canibalismo e incesto.
La felicidad de los Ospina pudo haber sido felicidad, pero no lo fue.
— ¿Cómo pude terminar así?
Se preguntaba Adriana, mientras le limpiaba la boca a su bebé de siete meses de nacido.