Hace algunos unos diez días hicimos una "presentación" en el colegio, de una canción, una canción bien importante para mí: Another Brick In The Wall. Con estudiantes de último grado y todos los profesores del colegio, unos miraban mal, a otros les gustó. El punto es, ¿fue útil hacerlo? Dos profesores, solo dos, cambiaron su manera de dar las clases luego de ese día. Dos profesores que admiro de sobremanera, el resto, nada, lo mismo. Daban felicitaciones, que muy buena interpretación, que muy bueno el texto, ¿y qué, siguen en la misma mierda? No espero que el cambio se de ya, no espero que todos comprendan la importancia que tiene esto, pero para los que lo entienden, por favor, aplíquenlo, que no sólo se quede en la cabeza. Que sobreviva, que haga de éste mierdero un mierdero mejor. Aquí va el texto, y la canción. Ojalá lo utilicen. Ah,
otra cosa, lo bueno de las tareas no es cuándo se hagan, es si se
toman en serio o no. Como muchas son inútiles y como muchas no son
aplicables, es ilógico quejarse de por qué se hacen las tareas
antes de empezar la clase, si pasa eso, probablemente sea porque la
tarea va a incurrir en una nota, una nota que va a afectar el proceso
académico del estudiante y por tanto (en esta sistema de mierda) su
futuro como ser social. Una solución es cambiar las tareas, o anularlas.
Las tareas no deberían ser deberes, deberían ser motivos. Ahora sí, el texto:
"La
esclavitud social e individual en la historia ha sido siempre uno de los
problemas más comunes, que se originó por la falta de educación en las “mentes
inferiores”, pasivas, dominadas, sometidas ante aquellos que poseen el poder.
Como consecuencia de los movimientos revolucionarios y los nuevos ideales que transformaban la
estructura social de control y educación, podemos decir que la realidad ha
cambiado; y en estos cambios, el rock ha tomado un gran papel.
El rock, nació en voz de quienes creían en una transformación, llegando a
emplear nuevas formas de hacer música, con nuevos instrumentos y mensajes por
transmitir. Ha llegado a ser el auge de unas décadas inusitadas, guiadas por
ideales renovados. Lo que se dice fue la
época de nuestros padres, los jóvenes con el ataque de rebeldía y ganas de
querer vivir fuera del esquema social, aún no ha muerto. A pesar de que una buena porción de la
juventud actual se convierta en una juventud esclavizada y hayan sucumbido bajo
el autoritarismo, hay otra parte que sigue con alientos de vivir, con ganas de
reformar y cambiar.
Ejemplos
de esta parte liberada de la sociedad hay varios, tal vez pocos, pero
sustanciosos. Distintos géneros y bandas se han levantado una tras otra en pro
de convencer al pueblo de un ideal que es totalmente alcanzable, pero también
muy difícil, para así, tener una realidad soñada, no necesariamente perfecta,
pero sí equitativa y justa. Una realidad
en la cual el mundo pueda ser mejor, una realidad alejada de la idea que
cualquier basura puede venir a llenar nuestras expectativas con dinero para
luego llamarla “excelente” y luego “felicidad”, una realidad en la que esa
felicidad sea construida individualmente pero que en gran parte sea beneficiosa
para todos.
El
ser humano necesita estar alejado de la realidad por instantes, lo que no
significa dejar de analizarla, ni tampoco dejar de pensar en cómo podría
mejorar, pero sí significa un espacio de introspección y extrospección, y el
rock es la puerta de entrada a este mundo guardado en nuestro cerebro. Por eso
es que no ha muerto, ni lo hará, porque, más allá de ser una moda en los 70’s y
80’s, el rock en gran parte es filosofía juntada con razón, expresión y
sociedad. Por esto, pasa de ser un simple gusto a un nuevo campo de estudio, de
aprendizaje y de enseñanza.
No
se necesita ser sabio para recibir con los brazos abiertos al rock, entenderlo,
aplicarlo y transmitirlo. Pero sí se necesita de audacia e intrepidez para
cruzar esa barrera que tenemos plantada en nuestras mentes, un gran muro
levantado por nuestros padres, televisores, campañas publicitarias, mensajes de
radio, palabras que se soltaron al aire en alguna calle transitada e incluso nuestros profesores. Sí, aquellos
que se mataron años desvelándose para venir a hablarnos sobre algún tema en
específico al frente de un tablero, y que juegan el rol más importante en la
sociedad, también son víctimas y
victimarios. Víctimas; porque han sido esclavos de este sistema y por eso están
aquí, ya sea por el placer de “educar” o por esperar recibir un salario a fin
de mes, y victimarios; porque caen en el mismo juego y se unen al sistema, lo
fomentan, lo esparcen cual mantequilla sobre un pan que son sus
estudiantes. Es posible afirmar que de
ocho horas al día en los salones, sólo cerca de una hora, siendo exageradamente
positivista, es útil para nuestra vida y conformación como seres humanos
cambiantes, vivientes y PENSANTES. ¿No se han dado cuenta que probablemente
ustedes no necesitan estar aquí, aguantándose problemas matemáticos, clases de
dibujo, tareas innecesarias, alguien dando fórmulas químicas, enseñándoles un
idioma que se consume al mundo, una ética dañada e impune y “aprendiendo” un
montón de cosas que se resetean anualmente? Si se sintió identificado, por favor, tómeselo
en serio. Ese “sentirse identificado” nace del hecho de que ese montón de cosas
que aprendemos pueden servir para mucho y pueden ser útiles para muchos de los
procesos actuales, pero nosotros, los estudiantes, no las usamos para nada en
el proceso escolar, no aportamos nada realmente útil y valioso a la sociedad.
Es
por eso que la educación de muchos de los colegios modernos está guiada a
formar obreros. Nosotros podemos ser algo más que obreros; artistas, políticos
constructivistas, actores, escritores, deportistas, físicos-químicos-médicos-ingenieros, sin estar
sentados bajo estas paredes. Pero, claro, en evidencia, todos nosotros ya
estamos perdidos ¿no?
Lo
que ocurre aquí es que nosotros ya nos pudrimos en el colegio. Pero somos un
fénix y también materia gris putrefacta. Podemos renacer de las cenizas después
de recibir un papel sellado luego de culminar exitosamente un examen de estado,
que es tan útil como una llanta triangular,
para entrar a una universidad que probablemente nos abra las puertas a
un mundo nuevo, una universidad que nos dará la tan ameritada importancia que
se necesita para llevar a cabo un cambio en el mundo, un cambio en la
educación, por poner un sencillísimo ejemplo.
O podemos convertirnos en materia gris putrefacta y quedarnos con ese
papel sellado para usarlo luego de
defecar como papel higiénico y así convertirnos en obreros, como el 90% de la
población mundial, desperdiciando once años de nuestras vidas, once, no diez, no
nueve, once años.
Ustedes
profesores, son los que tienen las herramientas para liderar ese cambio y es
por eso que hoy decidimos decir estas palabras e interpretar esta canción, más
allá de los regalos que reciban o el aprecio que nosotros les tengamos (que es
mucho), la verdadera importancia de este día es resaltar que ustedes son el
primer paso a un mundo distinto y que por tener esa labor tan importante y
difícil merecen un desmesurado reconocimiento, no sólo por la paciencia y la
inteligencia que desborda por sus poros, sino porque ustedes son los que
siembran la semilla del inconformismo y es eso lo único que puede hacernos
tomar una vía distinta.
Es
por eso que hoy queremos decirles que está mal calificar a un estudiante,
porque los conocimientos no se califican, se ponen a prueba mediante la
práctica y se demuestran. Queremos decirles que las clases pueden ser más que
tablero, que un cuaderno no dice nada de un estudiante, que educar también son
horas enteras de charla, experimentos, hallar una ecuación antes de explicarla,
actividades que usen muchos más recursos tecnológicos y salidas a bibliotecas y
teatros, puede ser charlas con personas ajenas al colegio, pueden ser debates
frecuentes y, lo más importante, todo lo que aprendemos en el tablero puede ser
aplicado para algo que nos sirva, algo que tenga una aplicación en el mundo por
más mínima que sea, y es ése el aspecto que más nos falta en la educación media
y superior, necesitamos muchas cosas que
nos pongan a prueba y que nos hagan ser útiles para el mundo antes de obtener un
diploma.
Y
a los estudiantes, porque es que esto es de parte y parte, queremos decirles
que la educación no es una obligación, es un derecho y es un disfrute. Es la
oportunidad de descubrir, de equivocarse, de formar cambios, de comprender lo
que nos rodea y de pisar distinto al momento de decidir. No se tomen el
conocimiento como una nota, el error más grande que existe es pensar que
estudiar es deber, un trabajo, o un estado
de abnegación total. Tomen el estudio como una oportunidad de aplicar algo útil
a su vida y de conocer algo más sobre el infinito universo en el que vivimos,
tómenlo como la oportunidad de marcar la diferencia y de no dejarse arrastrar
por los que piensan vivir por dinero.
Pero
para que este cambio sea totalmente efectivo, es necesario un cambio en el
sistema de educación de nuestro país para que sea mucho más específico,
individual y aplicativo, para que nos mantenga como los científicos que somos
al nacer y no nos convierta en un número que debe obedecer. Cuando podamos
salir de una institución educativa sin necesidad de pensar en dinero es cuando
este cambio va a estar implementado, todavía no se da y no se dará en un buen
tiempo, pero se dará, seguro que se dará.
El
rock y Pink Floyd, en este caso especial, nos hacen un llamado. Un llamado a
salirnos de los esquemas, un llamado a la reforma, un llamado a la inmersión
cerebral en el mundo. Un llamado a levantarnos de esos puestos de madera,
quitarnos la bata, despeinarnos y decir al unísono, que no necesitamos esta
educación, que no es necesario un papel para poder enseñar o aprender, que
estudiantes y profesores no deberían tener distinción jerárquica, sino trabajar
en equipo y ser complemento mutuo, que
no queremos más ésta forma de aplastar genios sino que necesitamos una educación
reformada y práctica que nos cultive como seres capaces de generar un cambio,
una educación que salve niños y que rompa ciclos impuros. Nos hace un llamado a
decir que no queremos ser nada más que otro ladrillo en la pared."
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